Sí. Empezamos un par de años más tarde, pero el germen del sindicato ya estuvo en el mismo inicio, prácticamente.
Al comienzo, los miembros de la primera junta rectora llegaron a ser expulsados del cuerpo por su actividad sindical. Han cambiado muchas cosas.
Han cambiado muchas cosas, sí, pero otras siguen exactamente igual. Como bien dice, los seis primeros miembros de la junta rectora fueron expulsados. El Gobierno vasco lo vio como una especie de injerencia y que era un contrapoder. Y en eso, fíjese, han pasado 40 años y hay muchas cosas en las que seguimos prácticamente igual. No sé si seremos un contrapoder pero esa pelea contra las imposiciones del Departamento [de Seguridad] sigue más viva que nunca.
Sin embargo, no han logrado el reconocimiento del derecho a la huelga para los ertzainas.
Creo que es uno de los grandes derechos que siempre se nos ha quedado en el debe. Lo hemos peleado todo lo posible. Lo llevamos incluso hasta Estrasburgo. Seguimos entendiendo que somos trabajadores públicos, que somos unos trabajadores como otros cualquiera y tendríamos que tener ese derecho a la huelga. Condicionado a los servicios mínimos, claro, como ocurre en educación o en Osakidetza, pero desde luego que, como trabajadores, es un derecho que nos tendría que ser concedido sí o sí.
Hablaba de “contrapoder”. En cuatro décadas ha habido tiempo para mucho, para movilizaciones pero también para acuerdos. ¿Con qué se tiene que quedar la ciudadanía, con la imagen de 'poli bueno' o con la imagen de 'poli malo'?
Ni 'poli bueno' ni 'poli malo'. Somos trabajadores. Muchas veces políticamente se nos ha intentado llevar de un sitio a otro. Pero la realidad es que tenemos un oficio, la seguridad pública, y unos derechos, como cualquier otro trabajador. Y la única manera de conseguir esos derechos es salir a la calle a pelearlos como cualquier otro trabajador. Ha habido otras centrales sindicales y otros partidos políticos que nos han intentado llevar de alguna manera a su terreno, pero nosotros siempre hemos sido independientes. Ése es el mayor valor que tiene este sindicato y lo mantenemos 40 años después.
En los estatutos originales. Erne hablaba de una policía “euskaldun” y la sigla 'n' de Erne hace referencia también a la nación vasca. ¿Qué queda de todo eso?
Queda todo, incluso también englobando desde hace muchos años a la Policía Local. Desde luego, somos policías comprometidos de este pueblo. La Ertzaintza nació como la primera Policía democrática, con todo lo que conlleva. Nuestros estatutos, y por ello también homenajeamos a Joaquín Giménez y a Juan Alberto Belloch, se hicieron prácticamente de cero. No había ninguna realidad de un sindicato para una Policía democrática, euskaldun y libre. Y siguen siendo nuestros estatutos. No hemos cambiado ni un punto ni una coma.
La Ertzaintza, evidentemente, sí ha cambiado en estos años. La directora es una mujer, las pelotas de goma ya no se utilizan y el terrorismo ha desaparecido.
Son nuevos tiempos y hay nuevas luchas. La esencia de esa Policía no ha cambiado. Es una Policía al servicio del pueblo y creo que lo seguimos demostrando en el día a día. Ha habido cambios sociales pero la vocación de servicio público de todos los agentes creo que queda intacta. Por lo menos así lo sentimos desde nuestro sindicato. Y en esa pelea siempre hemos estado huyendo de populismos y huyendo de estar cobijados bajo ningún partido político. Al final, la gente que entra a ser policía lo hace porque tiene unos valores y unas ganas de ayudar a la ciudadanía, que es la base de nuestro trabajo.
De aquí a diez años, cuando Erne esté en puertas del 50 aniversario, ¿qué más habrá podido cambiar?
Uno de los grandes cambios que se tiene que acometer, quizás más desde el Gobierno vasco, es que se nos tiene que formar para el cambio de realidad. Hay nuevos hechos delincuenciales, hay nuevos materiales, hay nuevas formaciones y nosotros no tenemos nada de eso. No nos dan casi ni el pan ni la sal, como se dice vulgarmente. Tiene que haber una inversión. Parece ser que hay mejor talante con el nuevo consejero [Bingen Zupiria]. En entrevistas ha dicho que quiere volver a tener la Ertzaintza puntera que éramos hace años. ¡Ojalá! Ojalá lo cumpla. Ojalá se ponga a discutir con nosotros. Tras ese cambio que hubo con el fin de la 'kale borroka', que era nuestro día a día, no se nos ha formado y no se ha invertido. Hemos visto que los Gobiernos, como los del anterior lehendakari [Iñigo Urkullu], nos ponían algunas veces como funcionarios de tercera, diciendo que protestábamos sin tener razón. Y la realidad es eso, que no ha habido una inversión en la Ertzaintza.
¿Por ejemplo?
Lo vemos todos los días en nuestra indumentaria, con las letras cayéndose. O en las furgonetas o en la falta de coches. No decimos nada que no sepa la ciudadanía.
¿Están esperanzados entonces con el nuevo Gobierno de Imanol Pradales?
Esperanzados no sé si es la palabra... Estamos expectantes. Esperanza también teníamos con el anterior 'sailburu', con el señor [Josu] Erkoreka. La teníamos, de verdad. El anterior lehendakari también prometió una serie de cosas que pensábamos que iban a ir para adelante. Ahora parece que hay un cambio de talante y hay un cambio en la forma de hacer las cosas. Pero, como digo, estamos expectantes porque estas historias, en 40 años, las hemos visto de todos los colores. Lo que queremos son certezas.
El sindicalismo de clase ha desaparecido ya totalmente de la Ertzaintza. ¿Hay un riesgo de corporativismo?
No creo. Nuestra afiliación son policías. ¿Cómo no los vamos a defender como trabajadores? Somos un sindicato democrático, con todo lo que conlleva. De hecho, las grandes decisiones del sindicato se toman de manera asamblearia. Todos los afiliados votan y éste es nuestro compromiso para cualquier gran acuerdo. Peleamos por nuestros derechos. El corporativismo no sé si es bueno o es malo. Hay veces que sí lo es. Igual está muy mal entendido y al final es la defensa de lo propio pese a todo. Pero la Ertzaintza es la Policía que más controles tiene a nivel democrático, por supuesto. Estamos siempre en el punto de mira de cualquier juzgado.
¿Ve un riesgo de que los sindicatos tradicionales sean barridos del mapa por los nuevos movimientos asindicales, como 'Ertzainas en lucha'?
Creo que no. Al inicio se generó ELA Ertzaintza para barrernos del mapa. Luego ha habido otras escisiones y ha habido otros sindicatos que también han querido tomar un poco la voz cantante. Pero aquí seguimos. Y seguimos apostando por un sindicalismo independiente, fuera de populismos. Lo demostramos en el trabajo del día a día. Sigue habiendo mucha gente que continúa confiando en nosotros. Y nosotros respondemos con el trabajo diario, que ha sido nuestro ADN en estos 40 años. Si no hiciéramos las cosas bien en pos de los trabajadores, no celebraríamos este martes nuestro 40 aniversario. Estamos más vigentes que nunca. ErNE es la mejor opción dentro de la Ertzaintza y de las Policías locales.