Roberto Seijo (Barakaldo, 1964), agente a la séptima promoción de la Ertzaintza, ha sido 16 años secretario general de ErNE, cargo que dejará en el congreso de esta próxima semana en manos de su compañero de sindicato Sergio Gómez de Segura. Su sucesor encabezará la nueva junta rectora acompañado en la primera línea por Marina de la Hera, como Vicesecretaria, y Aitor Otxoa, como Secretario de Organización. Seijo, que además se jubilará en enero de 2024, recordará en su último discurso como Secretario General a todos los compañeros asesinados por ETA y muertos en acto de servicio y a los que se han tenido que jubilar por incapacidad.
¿Con qué sensación deja el liderazgo de ErNE?
Mi mayor satisfacción es poder estar en el mejor momento de la historia de ErNE, tanto por haber ganado las elecciones como por el número de afiliados -3.900 afiliados en activo y 600 jubilados pagando cuota-. Además estoy encantado y orgulloso de llegar a este momento con un equipo de trabajo que realmente ha sido el artífice del mantenimiento y el liderazgo de ErNE en la Policía vasca.
No han sido años fáciles. ¿Se ha llevado más disgustos que alegrías?
Disgustos, muchísimos, porque el terrorismo de ETA y la kale borroka nos han castigado profundamente en nuestra vida, nuestra existencia y nuestro trabajo. Hemos dejado en el camino a 15 compañeros asesinados por ETA, amigos, nos han estado amenazando, éramos objetivo prioritario de la banda ... También ha habido satisfacciones, he ayudado a mucha gente y he intentando siempre acompañar a todas las personas que necesitaban esa ayuda y a sus familias.
¿Las relaciones con las consejerías de Interior o Seguridad le han dado muchos quebraderos de cabeza?
Hemos sentido a veces mucha tristeza porque no entendían o no querían entender las necesidades que teníamos para poder sobrevivir. Hasta que no sufrimos atentados, asesinatos, no nos dieron herramientas para defendernos y poder hacer nuestro trabajo. Los dirigentes políticos no han estado a la altura y nos deberían pedir perdón por inacción.
¿Cuál ha sido el peor momento?
Sin duda, el de los asesinatos de Ana (Arostegí) y Javier (Mijangos) en Beasain en 2001. Fue el peor. En ese momento la Ertzaintza hizo 'crack'. La mayoría de los ertzainas dijeron: 'Hasta aquí hemos llegado'. Y pidieron a los dirigentes de Erne que había que hacer algo. Y eso lo entendió (Javier) Balza, estuvimos 17 horas reunidos en Arkaute y fue cuando se concretaron un montón de medidas.
¿Cómo cuáles?
Desde los vehículos blindados, ropa ignífuga, los chalecos antibalas que han salvado la vida a muchos compañeros ... Teníamos un sistema de trabajo, Egunsentia, que funcionaba en base a rutinas que nos mataban, y no lo querían quitar. En aquella reunión de Arkaute, fueron horas de broncas, gritos de sindicalistas, gente llorando ... Seguían con el desprecio a nuestras peticiones, creían que si nos asesinaban era como un accidente de trabajo. Fue muy doloroso estar ahí. Han sido muchos momento difíciles, desde la furgoneta de Errenteria con Ruiz Sagarna, los atentados de ltsasondo, Hernani...
Después de la emboscada de kale borroka en Errenteria ya hubo cambios en su seguridad ...
Hubo pocos porque en aquellos momentos nos negaban hasta los verduguillos ignífugos por un tema de imagen. Salíamos con ropas que las tocaba una cerilla y ardían. Y sí había algaradas, tenías que volver a comisaria a ponernos la ignífuga. Era una vergüenza. Nos quemaron más de cien coches y lo que se dedicaban era a investigar a los ertzainas en vez de a los autores.
¿Con qué consejero ha mantenido mejor relación?
Con (Rodolfo) Ares. Creo que es la persona más inteligente que ha pasado por el cargo. El señor Ares llamaba y preguntaba: Cuáles son los problemas que hay, por qué denunciáis esto o lo otro, qué soluciones proponéis, qué necesidades tenéis?. Con él llegamos a los mejores acuerdos laborales.
¿Alguna autocrítica?
No hemos hecho lo suficiente por las víctimas. ErNE ha sido punta de lanza, pero debíamos haber hecho mucho más. Me he encontrado con familias de agentes asesinados por ETA que sufren mucha soledad. La verdad es que muchas veces se me han caído las lágrimas, como cuando vi a la abuela de Ana (Arostegi) de Beasain con qué sufrimiento decía: ¡Mi niña, mi niña!. Hay un abandono de estas familias por parte de todos y ahí creo que hay un debe por parte de Erne.
¿Qué puede decir de los escasos efectivos en Bilbao durante Final Four de la Champions League de baloncesto?
Es culpa de quienes no quieren o tienen temor a ver a la Policía en la calle. Pero cuando hay esos eventos hay que prevenir y se tiene que ver a la Policía en la calle por mucho que moleste a Bildu, al PNV, o a quien sea. A mí no me preocupa, como ciudadano, ver dos ertzainas paseando alrededor de un bar o de cualquier otro sitio.