Pocos se atrevían a colgar a la vista de los vecinos sus uniformes recién lavados. Docenas se establecieron en localidades limítrofes como Castro Urdiales, Miranda de Ebro o Haro. Todos miraban los bajos del coche antes de arrancar. La Ertzaintza fue objetivo de ETA hasta su derrota definitiva, hace ahora una década. Nada de esto se explica a las nuevas promociones de la Policía autonómica en la academia de Arkaute, pese a que los números de aquella sinrazón resultan demoledores.
Quince agentes fueron asesinados. Algunos, como Jon Ruiz Sagarna, sufrieron gravísimas quemaduras al arder su furgoneta en un atentado de kale borroka perpetrado en Rentería, como ironizaron en las ‘Zipotz jaiak’ del barrio donostiarra de Gros hace apenas dos semanas. Este Cuerpo sufrió un ataque semanal. 7.895 policías vascos estuvieron en algún momento en el punto de mira de los pistoleros etarras, según un informe del Gobierno vasco. Todo ello se ha obviado en Arkaute a las últimas siete promociones de la Ertzaintza. Desde la 25 a la 31, que en la actualidad se forma en estas instalaciones del Ejecutivo autónomo levantadas a tres kilómetros de Vitoria.
«Nada viene en el temario sobre lo que supuso ETA. De cara la OPE (Oferta Pública de Empleo), en la academia a la que yo fui sí nos hablaron del terrorismo, del Estatuto de Autonomía o de la Guerra Civil por si entraba alguna pregunta. Pero en Arkaute nada de nada», ilustra una de los casi quinientos alumnos –424 futuros ertzainas y 73 policías locales– que acuden a diario al centro. En la misma longitud de onda se expresa un agente de la promoción anterior y ya en labores de patrullaje por Bizkaia. «Los veteranos son los que nos cuentan qué ocurrió y las canutas que las pasaron. A veces te quedas de piedra con lo que te cuentan», se sincera.
«Conocer la historia»
Desde el sindicato mayoritario en la Ertzaintza, ErNE, solicitan un cambio de rumbo al departamento dirigido por Josu Erkoreka, que no ha respondido al ofrecimiento de este periódico para dar su versión. La central sindical sostiene que «es necesario conocer la historia de lo que ha pasado, por qué surgió esta Policía, los antecedentes del año 36, la primera promocion de año 82 y, por supuesto, todos los sinsabores que hemos tenido dentro del Cuerpo».
Se refiere ErNE a que «tenemos 15 asesinados por ETA y otro número importante de bajas por otros motivos. Los nuevos compañeros que se incorporan no tienen ninguna noción de aquellos años tan difíciles, ni de todos los atentados, ni de cómo vívían los compañeros esa realidad. La presión social en su vida particular».
En abril de 2019, este periódico ya informó del borrado de todo rastro de la banda terrorista en la formación de los ertzainas. La respuesta de Seguridad, entonces al mando de la alavesa Estefanía Beltrán de Heredia, fue que «cada año se homenajea a los agentes que perdieron la vida». En esos actos puntuales sí que es cierto que suele participar la cúpula –política y policial– del Cuerpo.
A los pocos días de aquel artículo se colocaron quince txapelas en memoria de los ertzainas asesinados en uno de los vestíbulos principales de la academia de Arkaute. A partir de ahí se estableció «una visita opcional» entre los futuros agentes para conocer ese monumento conmemorativo. ETA, sin embargo, continuó siendo un tema tabú en las aulas de los nuevos policías.
Diáspora en el trabajo
«Existió una diáspora de la que poco se habló. Los ertzainas guipuzcoanos pedían en masa ir a la comisaría de Laguardia y se iban a vivir a Haro o Logroño. Los vizcaínos se decantaron por Castro Urdiales», rememoran desde ErNE. «En Arkaute nos daban medidas de autoprotección, pautas de cómo debías manejarte en el día a día. Cuando llegabas a comisaría, en los cambios de turno, se activaban inhibidores. Todo eso debería conocerse».
En este punto, desde el sindicato mayoritario indican que «nos consta que los alumnos no están recibiendo nada de esto en su formación y creemos que es totalmente necesario conocer de dónde venimos y qué hemos pasado». De esta manera, «entendemos que debería ser la institución por medio de la academia o del departamento. Pero como no está ocurriendo, el propio departamento podría designar a compañeros para dar esas clases. Nosotros en su momento ya nos ofrecimos para dar esa formación».
Mantienen la oferta. «Reiteramos que podríamos facilitar una lista de esas personas que vivieron aquellos años y que dieran charlas. Son gente que tristemente han estado en atentados o han sufrido aquella presión social y que estarían encantados de contarlo», subrayan desde el sindicato ErNE.