Bajo la premisa «nuevo gobierno, viejos problemas» y alusiones al «caos» que vive el cuerpo, las centrales que conforman la mayoría sindical de la Ertzaintza –Erne, Esan, Sipe– han roto la tregua abierta con el Gobierno vasco tras el nombramiento de Imanol Pradales como lehendakari a finales de junio y han evidenciado que uno de los mayores incendios que azotó la parte final de la pasada legislatura sigue activo. En una comparecencia conjunta, las tres asociaciones lanzaron ayer un duro alegato contra un Ejecutivo que, en su opinión, está demostrando una «desidia absoluta en temas de seguridad». «En campaña prometieron proteger a los que nos protegen, y no lo están cumpliendo». Tras un mes de relativa calma en Ajuria Enea, llega el primer aviso: si el Gobierno no se sienta a negociar de forma clara, habrá movilizaciones.
El conflicto en la Ertzaintza fue una de las principales tormentas que azotó a Iñigo Urkullu en el último tramo de su mandato. La aparición de la plataforma ‘Ertzainas en lucha’ impulsó unas protestas que en un primer momento descolocaron a los propios sindicatos. A partir de ahí, el enfrentamiento fue a más y la interlocución entre el consejero Josu Erkoreka y las centrales se redujo a la mínima expresión. Pradales optó por un cambio y situó al frente de la consejería a Bingen Zupiria, quien, eso sí, a día de hoy mantiene al grueso del equipo que tenía Erkoreka. De eso hace poco más de un mes.
A pesar de que aún no se han cumplido los 100 días de gracia, los sindicatos creen que no se puede esperar más. Porque a pesar del relevo al frente de la consejería, en su opinión, nada ha cambiado. Y porque mientras en áreas como en Salud perciben una apuesta por nuevas estrategias, en Seguridad se estaría abogando por una línea continuista en un escenario el que las centrales auguran numerosos problemas. De hecho, dibujaron un panorama sombrío.
Por un lado, denunciaron «la escalada en inseguridad ciudadana que se vive en Euskadi» y cómo la ciudadanía «observa con estupor el aumento de robos violentos y agresiones» y la «imposibilidad» que tiene la Ertzaintza «para frenar «este día a día en nuestras calles». «El oasis de que Euskadi es un sitio seguro no es cierto», recalcaron.
Las centrales, que vaticinaron un «agosto caliente», aludieron a la escasez de ertzainas y a la necesidad de que el número de agentes se incremente hasta los 8.500. Sobre todo, afirmaron, si se reclaman más competencias. «Estamos capacitados para cubrirlas, pero con esta plantilla no se puede», subrayaron unos sindicatos que centraron sus críticas en Pradales y Zupiria, aunque también las extendieron al PSE-EE.
Parálisis
En una demostración de que el relevo de Urkullu y Erkoreka por Pradales y Zupiria no ha suavizado el clima de tensión, aseguraron que el Gobierno vasco está «desmontando cualquier intento de negociación que nos conduzca a alcanzar nuestras reivindicaciones: aumentar la plantilla, más medios y la negociación de un acuerdo regulador de condiciones de trabajo».
«La única realidad es que no se ha conformado siquiera un equipo para afrontar los problemas diarios, con una cúpula policial que se da por amortizada y que vive en un estado de parálisis permanente», añadieron unos sindicatos que amenazan con nuevas reivindicaciones. «No tenemos derecho a la huelga, pero igual hay que salir a la calle o bajar los brazos para que nos hagan caso».