Desde aquellos pinchos morunos que ya se asaban en el parque del Arenal hace décadas, siempre se ha vendido comida en la calle durante la Aste Nagusia de Bilbao y la autoridad ha hecho la vista gorda. Pero lo de este año ha sido impresionante. «La situación está descontrolada», aseguran fuentes policiales y funcionarios municipales encargados del control de la vía pública. En realidad, no hace falta que lo diga nadie porque ha sido flagrante. Cada noche, decenas de puestos han estado despachando alimentos de todo tipo. Algunos, con una infraestructura notable bajo columnas de humo densas.
Es un asunto que preocupa mucho por varios motivos. El primero, y en el que cada año se fija el equipo de gobierno municipal, es el riesgo sanitario que implica consumir alimentos sin ningún tipo de control. Pero es que, además, los sindicatos policiales ESAN y ErNE-SVPE apuntan al menos otros dos asuntos: la utilización de bombonas de gas en estructuras precarias, con el peligro evidente que eso implica; y el hecho de que los puestos se ubiquen en zonas de evacuación, lo que en caso de emergencia entorpecería el desalojo del recinto festivo, atestado como está de gente. «La situación es muy grave», aseguran en ESAN. «Lo que ha estado ocurriendo es una barbaridad», certifican desde ErNE.
Por eso, lo uniformados reclaman que las administraciones se tomen el serio el problema, porque lo mismo que ahora ha proliferado en Aste Nagusia podría hacerlo próximamente, por ejemplo, en Santo Tomás. Asumen, es cierto, que es una situación difícil. Está claro que no se puede entrar a desmontar los puestos ilegales e incautar las mercancías cuando están en medio de una multitud bastante exaltada porque se puede generar un problema de orden público considerable.
Pero sí puede hacerse lo propio «antes y después» de que se monte el mogollón. Es decir, cuando los vendedores ilegales acceden al lugar con sus carros y cargas voluminosas (están bien controlados por las cámaras que se usan para preservar la seguridad de las fiestas) o cuando se van a altas horas de la noche.
«Dejadez» municipal
¿Y por qué no se hace? Dicen en ErNE que «por dejadez», por temor a tener jaleos como los que han ocurrido con los manteros. «Es un problema que los responsables municipales no quieren asumir». También «porque los dispositivos no están bien montados y porque se eliminó la policía administrativa», que estaba especiliazada en estos asuntos. Además, está la complejidad de entrar en la zona de txosnas, donde los uniformados no suelen ser bien recibidos y pueden generarse tumultos con su presencia.
En esto se fijan de manera especial en ESAN. «En las zonas de txosnas no podemos trabajar porque no encontramos con un ambiente hostil; cada vez que entramos tenemos que dar explicaciones a ciudadanos ebrios sobre el motivo de nuestra presencia». Contrapone lo que ocurre en las barracas, «donde la Policía patrulla normalmente y no hay puestos de comida ilegales». Así que piden «valentía» al gobierno para superar las limitaciones que parecen imponerle la comparsas.
Preguntado el gobierno local, señala: «El Ayuntamiento de Bilbao, como hace siempre, instó a la ciudadanía a no comprar ni consumir en estos puestos, pidiendo un compromiso personal ante una conducta ilícita e insalubre, dado que no pasa los debidos controles de calidad, y el Consistorio seguirá insistiendo en la concienciación social en este sentido».