En la celebración del 40º cumpleaños de la Ertzaintza no podían faltar los patrulleros, el alma de cualquier policía, ni los especialistas en rescate –escaladores, buzos y espeleólogos–, ni los preciosos perros de la Unidad Canina, ni los fornidos antidisturbios, ni los motoristas de Tráfico, los desactivadores de explosivos o la Policía Científica. Y también había que invitar a las nuevas incorporaciones, como los pilotos de drones y los ‘bizkor’, preparados para intervenciones con armas. EL CORREO se propuso reunir a un representante de cada unidad, con su uniforme completo, para tomar una fotografía inédita, y el momento fue posible gracias a la colaboración del Departamento de Seguridad. La imagen, que encabeza la portada y este artículo, simboliza la modernidad de una Policía integral y demuestra su gran versatilidad. Veinte agentes de una docena de secciones distintas de la Ertzaintza se brindaron a participar en la postal de su cuadragésimo aniversario. El escenario no podía ser otro que las instalaciones de Iurreta, donde muchas de estas unidades tienen su base, y en concreto la explanada junto al hangar de la sección aeronáutica. La guinda al pastel la puso el helicóptero. Uno de los dos Ec 135 T1 biturbina, de motorización francesa, con que cuenta la Ertzaintza. También lucieron las nuevas motos ‘BMW r 1250 rt’, modelo autoridades, el ‘Seat León’ de Seguridad Ciudadana y el furgón ‘Mercedes Vito’ de las Patrullas de Respuesta Inmediata o ‘Bizkor’ (rápido en euskera). Los perros policía ‘Elur’ y ‘Anko’ protagonizaron el único momento de tensión de la mañana, que terminó entre risas, cuando se enseñaron los colmillos y ladraron.
«¡Rescate!»
El más meritorio por su paciencia fue un agente de la Unidad de Explosivos, que permaneció todo el tiempo con un traje de protección biológico-químico puesto mientras los fotógrafos de este diario buscaban el mejor enfoque y llegaban sus compañeros más rezagados. «Estoy bien, calentito. Lo malo es luego al quitármelo, que me quedaré frío», decía. Una vez que regresan a base, deben pasar por una estación de descontaminación durante al menos 15 minutos.
Justo en el momento en que rompieron filas, cuando los reporteros tenían ya la imagen que buscaban, alguien gritó: «¡Rescate!». Y los agentes de montaña, el comandante y el operador de grúa echaron a correr hacia el helicóptero. Habían recibido una llamada que avisaba de que un excursionista de 63 años había sufrido un infarto mientras realizaba una ruta por las inmediaciones de la cascada de Aitzondo (Peñas de Aia, Oiartzun). El servicio al ciudadano siempre es lo primero.