Prueba de la hegemonía de ELA en el Ayuntamiento de Bilbao es que pese al batacazo sufrido en las elecciones sindicales de este miércoles, en las que ha perdido el 36% de los votos que tuvo en 2019, se mantiene como primera fuerza en la junta de personal. A la central abertzale le ha pasado una seria factura la polémica de 2020 en la Policía Local, que concentra a la tercera parte de los trabajadores municipales. LAB se mantiene como segunda fuerza en el Consistorio, seguido por ESAN, sindicato policial que se estrena por todo lo alto ya que es la primera vez que concurre a estos comicios. Le sigue CC OO, que duplica sus delegados, y en quinto lugar está el también policial ErNE-SVPE, que se mantiene en tres.
Para entender lo que ha ocurrido, como se ha avanzado, hay que remontarse a 2020, en pleno confinamiento, cuando la 'casa madre' de ELA apoyó un escrito en el que se denunciaba la «represión y brutalidad policial» en San Francisco. Aquello tuvo un efecto devastador en el sindicato a nivel municipal: terminó con la dimisión de los delegados de ELA en la Guardia Urbana y la imagen de la central muy tocada entre los uniformados. Y, pese a los esfuerzos desplegados en los últimos años por borrar aquello, no se ha recuperado. La organización liderada por Irune Etxarri se ha dejado el 36% de los votos (de los 1.088 que tuvo en 2019, sus mejores resultados de la historia, a los 692 de ahora) y baja de 15 a 9 delegados en la junta de personal.
LAB, por su parte, se mantiene como segunda fuerza en el Ayuntamiento, con cinco delegados aunque gana un buen puñado de votos, al pasar de 368 a 401. Pero la campanada la ha dado ESAN, sindicato policial que ha recogido mayoritariamente las simpatías perdidas por ELA. Es la primera vez que concurre a unas elecciones sindicales en el Ayuntamiento y ha logrado situarse como tercera fuerza, con 291 votos y cuatro delegados.
CC OO, por su parte, también ha mejorado enormemente, duplicando sus apoyos, de 131 a 271 votos, y duplicando también sus delegados en la junta de personal, de dos a cuatro. Por último, ErNE-SVPE, central también policial, mantiene sus tres delegados y mejora en apoyos al pasar de 237 a 261.
Como se ve, todas las organizaciones han ganado presencia debido a la sangría de ELA, cuya caída principal se explica en la Policía, pero no solo en ella, y evidencia la dificultad de mantener un discurso a nivel federal con difícil encaje en determinados entornos, como ha sido el caso.
En cuanto a la participación, se ha mantenido en los altísimos niveles habituales y el 78% de las 2.589 personas convocadas se han acercado a las cuatro mesas instaladas durante todo el día en el Salón Árabe.
Los cuatro años que ahora arrancan tienen unos desafíos que en poco se parecen a los de 2019. Sí hay asuntos comunes y constantes, como la demanda sindical de mejorar las retribuciones de los empleados públicos, especialmente en un entorno de inflación como el que sufrimos. Pero, tras la pandemia, una de las demandas más recurrentes de los funcionarios es avanzar en la implantación del teletrabajo ante los recelos de los gestores públicos, entre los que parece haber ciertas dudas sobre la eficiencia de desempeñar las funciones en remoto.
Por otra parte, está la consolidación de cientos de trabajadores eventuales en diferentes procesos, algo de lo que están muy pendientes las centrales para reducir la enorme temporalidad en el empleo público.