El sindicato ErNE ha denunciado que la falta de etilómetros está impidiendo a los agentes de la Unidad de Tráfico de Bizkaia practicar test de alcoholemia a conductores implicados en accidentes desde principios de año. Las provisiones de estos aparatos se han ido reduciendo hasta que desde hace dos semanas ya no tienen «ninguno», aseguran, lo que impide el «normal desarrollo de las funciones de las patrullas y de los agentes de investigación de atestados». La solución planteada por el Departamento de Seguridad es «solicitar a las comisarías de Seguridad Ciudadana que presten algún etilómetro» a las unidades de Tráfico, pero se da la circunstancia, aseguran, de que «se encuentran en idéntica situación de precariedad».
La Policía autonómica cuenta con dos modelos de etilómetros, los evidenciales y los orientativos. Los primeros, más precisos pero aparatosos, y los segundos, que son los que llevan las patrullas por su maniobrabilidad y los que escasean. Permiten a los agentes acercarse a la ventanilla del conductor y hacerle soplar sin tener que obligarle a apearse, a subir a la furgoneta de atestados y soplar en dos ocasiones con un espacio de espera entre ambos. «Así se le hace menos traumático al ciudadano. Nos permite saber de forma ágil si va a dar positivo, en cuyo caso pasaríamos a utilizar el evidencial», sostienen fuentes internas. Sirven para realizar un muestreo rápido en apenas dos minutos y filtrar sólo los casos positivos.
Si en un control de alcoholemia normal se hacen 20 pruebas, sin los etilómetros orientativos sólo se podría hacer seis. También afecta a los accidentes. Cuando existen evidencias de que uno de los conductores implicados pudiera estar bebido, los agentes deben practicarle la prueba de alcoholemia. Ahora, al carecer de aparatos, deberían llamar a una patrulla para que les acerque un etilómetros y esto no siempre se puede hacer. «Si los ciudadanos se ven implicados en un siniestro, querrán que se le haga la prueba de alcoholemia al contrario», sostienen.